lunes, 14 de mayo de 2012

El Maligno


No sé bien si fue por ese hedor que suele despedir mi culo cuando no lo lavo por dos, tres o cuatro días, que nadie se sienta a la par de mí en esta maldita camioneta. No es que me mortifique en lo más mínimo, es solo que lo encuentro ridículo; el autobús está lleno y el lugar contiguo al mío aún se encuentra vacío; bueno ni me mortifica un poco, es más los entiendo; los puedo entender, yo mismo no soporto el hedor de culos ajenos; especialmente los que se aderezan con fragancias caras, caras pero burdas y toxicas a mi juicio.

 Pensándolo bien no es tan ridículo, el día de hoy me aderezaba el olor a putrefacción de este maldito cáncer que  se propone matarme.

¡O no! y acá viene, pero tiene que ser el último. ¡JJJt! ¡jrjrjr! ¡jjjjt! tzu. Ánimo ¡JJJT! ¡JRJRJRJRJRJR!  ¡J J JTZUP!. ¡Jajaja! vete maldito ¡jajaja!  Lo siento pero no puedo contener mi felicidad, Estallo en una efusiva carcajada, luego creo que voy a llorar, es inevitable, se me salen las lágrimas. Por fin lo he sacado todo de mi sistema. Bueno yo acá me bajo, creo que han tenido suficiente de mí en esta camioneta donde por cierto ya no había nadie ni en el asiento delantero, ni trasero y a la par... pues bueno allí no vi. ¡Que gentes!, acaban de presenciar como arrojaba (literalmente) el ultimo poco de cáncer que quería ¡asesinarme! y no hubieron: ¡aplausos! ¡no hubieron: aleluya señor!. Solo hubo reproche y caras de nausea, censura. Es cierto, nadie lo sabía, no había maestro de ceremonias, nadie tuvo por lo visto la capacidad de intuir que se estaba auto sanando una persona que estaba en el lecho de la Muerte. 

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